Santa María de Guadalupe, se apareció a un pueblo, se apareció a una nación, unió a dos razas, española e indígena, su aparición y mensaje ayudó a la evangelización de nuestra tierra, fue y es un signo de la presencia amorosa de Dios Trino que envió como mensajera a la dulce Madre del cielo y de la tierra. Este acontecimiento no se reduce solamente a nuestro país si no que va más allá de lo límites de una nación, ya que nuestra Madre nos quiere a todos, nos ama y está con todos los seres humanos, a todos les da su amor, ya sean cristianos o no, creyentes o no creyentes, ella está para todos, hasta para los que la odian.
La aparición de Santa María de Guadalupe es un signo de unidad, un signo que debe estar muy presente en la actualidad, en todas las naciones de la tierra, ya que María nos encamina al Verdadero Dios por quien se vive.
En la Familia de los Amigos de Jesús, la devoción a nuestra Madre Santísima es muy importante, y quien recibe con fe el escapulario de los Amigos de Jesús, participa de la promesa de la Vrgen: ya que ella ha prometido acompañarnos y ayudar a todas nuestras comunidades religiosas y a los laicos, ella es la que nos ayuda a vivir fielmente el EVAJ, nos introduce a la vida Trinitaria de Dios e inmersos en ella con ella viviremos (Puebla 293)(Cfr initatem 68)
Ella es la que nos une a su oración y juntos permanente pedimos al PAdre, al Hijo y al Espíritu Santo, para toda la humanidad: a) El don de la amistad-eucarístico-trinitaria,
b) su presencia,
c) la gracia de escucharlo,
d) de responderle
e) y la gracia de hacer sentir a cada uno que es nuestra madre;
(Cfr. Ad Trinitatem, 68, 6)
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